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Buceo en modo avanzado

Actualizado: 1 nov 2021

Este relato es especialmente para quienes les gusta bucear, o han sentido el llamado, las ganas, la curiosidad. A veces puede más el miedo y la sensación de claustrofobia. Mi invitación es a pasar ese umbral, para vivir la sensación de volar, navegando en la profundidad del mar.

Bucear en el mar Pacífico era un sueño, al que me asomaba desde el año pasado con expectativa y con temor a la vez. Este año sentí que era el momento, lo pensé unos días, busqué y encontré la escuela indicada: Tritones buceo: @tritonesbuceo, con el profe Juan Gabriel Suárez a la cabeza, una excelente opción. Tomé la decisión y quise #viajar a un destino especial en el pacífico: la #islaGorgona, un destino para mí exótico y un poco arriesgado.


Todo empezó con nuevos aprendizajes previos a la aventura, tocaba retomar los conocimientos adquiridos en el curso básico de buceo y reforzarlos con teoría y práctica para lograr la certificación de buceo avanzado. La idea es que a diferencia del Caribe, el #marpacífico implica un ambiente retador para los buzos, que exige tener buen dominio del equipo, manejar corrientes, con agua menos cálida, con fauna de mayor tamaño, digamos que un poco más extremo. Ya vinculada en el curso, empezamos por repasar los principios básicos, conceptos como la navegación, los tipos de movimiento de agua en el mar, realizar el plan de #buceo multinivel, hacer los cálculos necesarios, uso de tablas, saber y estudiar los riesgos de esta actividad, son parte fundamental de la preparación.


Luego vino una parte más práctica del curso: interpretar las señales clave para la comunicación, hacer uso del compás o brújula para la ubicación al navegar, todo lo que incluye un buen equipamiento, hasta estar listo, con todas las de la ley antes de sumergirnos en la #piscina. Pero nada de afanes y aceleres, por más #ansiedad que se sienta, es necesario saber el peso del lastre indicado, armar paso a paso (incluso con los ojos tapados) el equipo de tanque, chaleco y regulador una y otra vez hasta hacerlo en el menor tiempo posible, una prueba hecha con cronómetro en mano, ¡Ay Dio mío, qué profe tan cuchilla!

Hasta que finalmente se llega el momento de la verdad... entrar al agua. En la piscina se empieza el acople, la transformación, primero toca la prueba de la entrada con diferentes opciones: paso de gigante, maroma atrás o equipamiento en el agua, para ya finalmente, empezar a sumergirse, disfrutando estar inmersos en una masa de #agua fluyendo en ella con naturalidad, con la serenidad necesaria.


A pesar de que la careta se empañe, o se llene de agua o se dificulte #respirar desde la boquilla o se sienta el chaleco apretado en un principio, vale la pena... Y empiezan precisamente las pruebas: lograr nivelarse, equilibrando el peso indicado de lastre con el aire del chaleco, para navegar sin irse al piso o subir a superficie, poder vaciar la careta, quitarla y ponerla de forma fácil, conservando la #calma, quitarse la boquilla para tomar aire del compañero, en fin, poder maniobrar allá abajo con la calma y la tranquilidad del caso, para cuando esas situaciones se den.

Todo sea por llegar al objetivo final: poder sumergirme en el #mar y ahí si sentirme parte de ese nuevo mundo, observando ese gran #escosistema que incluye peces, tortugas, morenas, estrellas de mar, criaturas extrañas y diferentes, coloridas y maravillosas. Toda la logística y preparación se hace para entrar al mar evitando todos los riesgos posibles, aún así, el hombre es un ser terrestre por naturaleza, en el mar, somos visitantes, como humanos nos exponemos a afrontar condiciones de un medio extraño y desconocido.

Creo que siempre ha existido en los seres humanos una necesidad de conocer y explorar, lo cual no hace desaparecer emociones como #miedo y ansiedad ante un medio diferente a la tierra, se genera gran cantidad de adrenalina al vivir estas experiencias. Justo de esto hablaba con mis compañeros, en algún momento del viaje previo a las primeras inmersiones, es común preguntarse: ¿Yo qué rayos hago aquí?

Muchos llegamos a hacernos esa pregunta en diferentes ocasiones, sobre todo por el susto intenso al momento de vivir esa primera #inmersión de la jornada. Además, sumado a la adrenalina de entrar al mar, a la emoción de sumergirnos, hay un reto más: superar el mareo del viaje en el #barco Sea Wolf, para llegar a la isla. Afortunadamente, nada que no se pueda aliviar con la ayuda de una pastilla.


Sentí el corazón a mil ya sentada en el zodiac, al lado de mis compas de aventura, tratando de tener la mente bien puesta, de recordar -con la ayuda del profe que estaba siempre pendiente y al mando- tener todos los elementos: pastillas de lastre, careta, esnorquel, guantes, practicando siempre la #respiración lenta, profunda y continúa para no tragarse el aire del tanque tan rápido y poder aprovechar al máximo la inmersión.

Lo que queda es recibir el equipo del capitán que nos hace más fácil la operación, con el octupus (boquilla auxiliar) bien asegurado y resguardado, anclar bien la consola (habiendo comprobado previamente la cantidad de aire), antes de asegurar la ultima correa del chaleco, mano derecha sobre boquilla y #careta, mano izquierda atrás en la correa de la careta y a dejarse caer hacia atrás, nada que hacer... esperar para recobrar la postura vertical y avanzar a tomarse de la linea de seguridad pegada de la boya, mano derecha a la manguera del chaleco para que salga el aire, por fin: empieza el descenso.

A veces pensaba que es mucha logística, muchas variables por controlar, además que sentí un poco de #presión para seguir el ritmo del grupo, así mismo sentí la presión en mis oídos cuando no lograba igualar e tiempo... Sin embargo estando allá abajo, observando el #paisaje, extasiada de ver una #tortuga marina dándonos la bienvenida todo empieza a tener sentido.

Al empezar a navegar pudimos observar un pez Mero gigante parqueado permitiendo ser observado, así como gran cantidad de morenas, un poco atemorizantes ellas, con sus bocas abiertas (las que parecen serpientes) unas bien grandes e incrustadas en una piedra o un coral, tratando de cazar un inocente pecesito paseando por allí, en ese momento ya todo el miedo y el afán pasan a un segundo plano, es una sensación genial poder disfrutar tanta vida allí, #diversidad de especies de formas inesperadas, coloridas y desconocidas, pero maravillosas.

En las inmersiones posteriores, llegué a vaciar la careta con #tranquilidad, a lograr un nivel de navegación suave, armonioso, a pesar de recibir uno que otro aletazo de los compañeros de grupo, seguramente yo lo hice, incluso en mi tanque llegó a golpearse la cabeza de uno de ellos... Que cosas! Todo por tratar de permanecer juntos, en especial cuando la visibilidad es poca, o cuando se siente el efecto de la corriente... toca avanzar usando la patada, para seguir el rumbo marcado por el profesor y guía, ya no solo dejarse llevar, como si volara en ese #ambiente plácido y sereno.


No faltó el compañero que estando ya en la profundidad, se dio cuenta que no llevaba lastre y para arriba de nuevo, pao pao de parte del profe, a equiparse bien para descender nuevamente con todo en regla. O el que al momento de sumergirse, en lugar de la boquilla del regulador, tenía en la boca el esnórquel... En momentos como ese, toca tragar un poco de agua, pasar el susto, poner la boquilla correcta en la boca, la del tanque y seguir como si nada.


Al final, los errores y fiascos se convierten en motivo de charlas y #risas cuando llegábamos al barco hambrientos a conversar al rededor de un exquisito almuerzo, o una bebida caliente o un arroz con leche delicioso, que sabía a gloria luego de pasar del estrés y la ansiedad al #placer de una excelente inmersión. Además, después de tener que ser rescatados por Carlitos el capitán del zodiac cuando terminamos en superficie y un poco perdidas mi compañera y yo, -afortunadamente cerca del barco- intentando un recorrido con brújula, que resultó fallido.

De unos años para acá he disfrutado enormemente sumergirme en el agua, fan de la piscina y practicante de la natación, llegué al buceo y la apnea, sintiendo gran conexión con este par de actividades, con el agua, con el reto de estar en este medio extraño y diferente a la tierra, con una gran felicidad en explorar este nuevo mundo.

La última de las inmersiones nos esperaba una grata #sorpresa de parte del profe Juan, la entrega de un presente muy especial. Un símbolo de misión cumplida, de que aceptamos y superamos los retos para ser buzos avanzados: una bella manilla con cola de #ballena yubarta. El momento fue realmente conmovedor para mí, creo que nadie del grupo lo esperaba, un detalle bello y especial, en un momento de gran felicidad y #satisfacción, sintiendo que ya dominábamos el equipo, que navegábamos fácil y serenos, pero llegaba el fin de la #aventura.

Deseo que lleguen muchas más inmersiones, poder conocer muchos más lugares en el fondo del mar, aprender sobre las criaturas que habitan los #océanos, cruzarme con gente bella y compartir este amor por el océano y el mar en su profundidad, trayendo conmigo además la fluidez del agua, la #paz, armonía y tranquilidad que transmite. Además quiero contagiar esta goma e invitarlos cuando tengan oportunidad de viajar, a caretear, así se empieza, haciendo un mini curso en #sanandrésislas por ejemplo, que es un excelente #destinoturístico para bucear por su arena blanca, que ofrece excelente visibilidad, además de su abundancia de especies.

Si este texto los motiva y se animan, me comparten luego sus aventuras, estaré muy feliz de leerlos o escucharles.

Mi recomendado

Un relato genial del mar y la historia del buceo está en el artículo "Jacques cousteau, el gran defensor de los mares y océanos" Además está la película clásica: "Azul profundo" del Director Luc Besson

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