Servir, compartir con otros, es parte de la esencia de los seres humanos. Recibir es también parte de ese intercambio constante de la vida, acá una invitación a ser conscientes del dar y recibir.
Esta imagen me gusta, fui capturada "in fraganti" en un día de reunión familiar, celebrando la vida de una de mis hermanas, seguramente andaba encarretada a punto de servir un rico ajiaco o unos frijoles hawaianos que son famosos en estos #encuentros.
A cocinar aprendí por necesidad hace ya unos años cuando estaba en la universidad, en ese momento no lo disfrutaba. Lo sentía como una tarea desgastante, que demanda mucho tiempo, el que debía aprovechar para preparar un parcial o un trabajo pendiente. Ha sido con los años y la llegada del rol de "esposa abnegada" que le he tomado gusto a este cuento de la #cocina.
Parte del disfrute que he encontrado al preparar una receta es sentirlo como una #meditación en movimiento, un momento en el que me sumerjo en los ingredientes, #sabores, olores, además la adrenalina que se genera cuando tengo una parte de la preparación en el fogón y por estar picando o mezclando, empiezo a sentir olor a tostadito o recuerdo que debo revolver esta mezcla para que no se pegue o se queme.
Disfruto ver la cocina como un proceso #creativo, por más que ya haya preparado la misma receta en ocasiones anteriores, siento que me llegan nuevas #imágenes, colores, composiciones diferentes para remplazar ingredientes algunas veces. Es sentir que pasa el tiempo sin darte cuenta, viajar a una realidad diferente.
Adicionalmente, una de las razones más chéveres para mí de cocinar es el efecto de congregar: el #encuentro al rededor de la cocina o el comedor, durante la preparación y principalmente al momento de disfrutar el resultado.
Aun más ahora, creo que poder disfrutar la presencia, la compañía de otros tiene un gran valor y pues es una manera de #dar, servir y compartir, sobretodo que creo que se siente cuando algo se prepara con amor, con pasión, con entrega e incluso con #imaginación, agregando un toque personal.
Servir es parte de la esencia de los seres humanos, hay incluso teorías científicas que hablan de la importancia de ejercer la solidaridad para gozar de buena salud mental y #bienestar.
Para las mujeres es algo natural, el instinto de #cuidar y proteger a los hijos, los hermanos, los padres, los amigos y las parejas, sin embargo es importante el equilibrio; pues podemos caer en el dar de más.
Suele pasar con #madres, tías y abuelas que algunas de ellas tienen ciertas particularidades a la hora de los alimentos. Más de una vez he conversado del tema con personas cercanas: primero, se sientan a comer cuando ya le han servido a todo el combo; segundo, lo hacen rápido, como con afán para estar "disponibles" cuando alguien necesite que le sirvan un poco más. Incluso recuerdo que una amiga me contaba con risas como su mamá se sentaba en el comedor de "ladito", como "lista para arrancar", además algunas prefieren no sentarse, llegando a comer de pie en la cocina, sin tomarse el tiempo para saborear y #disfrutar los alimentos lentamente.
El concepto de #amorpropio y la compasión es algo que poco se enseña y menos a las generaciones anteriores, a veces nos falta trabajar en ello; todos merecemos disfrutar con lentitud los alimentos, conectar con ese momento sagrado, sintiendo el #placer, el sabor de cada ingrediente, conscientes de que pasan muchas cosas antes que y para que, esas ricas preparaciones lleguen a ser deleitadas por nosotros.
Por otro lado, es bueno saber que todos merecemos recibir y #disfrutar atención, compañía, cariño y afecto de la familia, amigos y personas cercanas. Sin embargo, un primer paso para recibir, es dar aquello que anhelamos.
Este es un principio de la filosofía del yoga y las enseñanzas de los Vedas: "sembrar semillas de buen #karma", en una práctica llamada jardinería kármica, en esa bella analogía del proceso de sembrar y cultivar para poder luego cosechar.
No es en vano ese viejo dicho de que "cosechamos lo que sembramos", son formas de decir que cada acción trae consecuencias, o como es nombrada en física, la "ley de causa - efecto o acción - reacción". Por eso es importante saber qué sale de nosotros, qué damos y compartimos, porque la realidad es un reflejo de lo que proyectamos y si somos conscientes en cada momento, podemos elegir sembrar semillas de buen karma hoy, para recoger buenas cosechas #mañana.
"Haz el bien sin mirar a quien" esta es una premisa muy acostumbrada en las religiones cristianas, con ella llega asociado, un sentido de #culpa que muchos sentimos a veces como una carga cuando justo al pasar por una iglesia o salir de ella vemos una persona pidiendo limosna, "¿porqué no le di plata?", Si me gusta compartir, si me considero una persona caritativa.
De este sentimiento y el tema del servicio hablamos en un grupo chévere de estudio del libro Bhagavad Gita, organizado por el Semillero de #yoga (haz click aquí para más info). Sobre el tema, una parte del Capítulo 16 dice:
"La dádiva pura es la que se hace por amor a la rectitud, desapegada de toda posible retribución, que se concede a la persona adecuada, en el momento y lugar apropiados".
En este momento de mi vida, me parece bastante esclarecedora esta premisa: A la persona "indicada", en el #momento y lugar "apropiados".
Ahora, una pregunta que surge comunmente es:
¿Cómo rayos saber reconocer estas condiciones?
Creo que la repuesta está adentro de cada uno, toca confiar en la #intuición, esa sabiduría interior que nos puede llevar a distinguir si con ese acto de dar o de servicio estamos actuando bajo un interés o si por más que nos salga del #corazón, no es el momento o lugar indicado, o si las personas beneficiadas no están preparadas para recibir.
Pasa con frecuencia que caemos en algo que he escuchado como el triángulo del drama. Es un trío de roles que solemos jugar con frecuencia y son tóxicos para quien los representa y su entorno: el #salvador, la víctima y el juez o verdugo. Cuando damos sin #escuchar, observar o leer al beneficiario, podemos estar siendo "salvadores", causando daño a quien recibe, impidiendo que esa persona protegida (o sobre-protegida) crezca, madure y desarrolle sus capacidades, que florezca afrontando y sobrepasando dificultades. Pero incluso pueden haber consecuencias bastante dramáticas y dolorosas, como producto de "alcahuetear", en una actitud de #complacer, de "amar" a los nuestros de una forma equivocada.
Recuerdo mucho cuando escuché hace un tiempo en una charla, hablar sobre este tema y específicamente sobre el rol del salvador, de inmediato me sentí identificada, me vi ahí en muchos momentos de mi #vida e incluso cuestioné a la chica que estaba explicando el tema. En ese instante no lo vi tan claro, pero más tarde, leí una historia que me hizo estremecer y entendí que tan tóxico podemos llegar a ser cuando entramos en ese rol de "salvadores".
Posiblemente muchos en #Colombia recordamos un caso bastante conmovedor sobre una niña violada y asesinada en Bogotá. La noticia llegó a escandalizar sobre todo por qué el principal acusado era un chico bien, de buena familia, profesional, de buena posición social. En ese momento leí un artículo sobre el perfil psicológico del hombre acusado, que incluía una investigación de su vida, dónde contaba que ya había estado relacionado con hechos oscuros, por ejemplo una tesis copiada en la universidad para graduarse de arquitectura. Estuve buscando este artículo sin mucho éxito, sin embargo encontré otro relacionado, llamado "Rafael Uribe Noguera: el arquitecto del mal" (haz click aquí para leer)
La intención de traer a colación esta #historia, más que juzgar y señalar sus acciones, que finalmente son resultado de un sistema social desbalanceado, es poder entender y ser conscientes del rol de su familia y del proceso, el camino que puede llevar a una persona a presentar ese tipo de comportamientos. Como lo indican los medios de comunicación, cuando ocurrió y salió a la luz el asesinato de la niña, el hombre fue cubierto por su familia, sus hermanos principalmente. Además, ya en ocasiones anteriores había pasado, al parecer, el hombre había cometido actos poco éticos en ocasiones anteriores, posiblemente sin afrontar las consecuencias.
La historia que leí en ese momento, se me quedó grabada sobre todo porque en su análisis el autor exponía: un violador o asesino no empieza a violar o asesinar desde su #infancia, no. Lo que suele suceder es que como cualquier niño, vive situaciones retadoras, como regar la sopa o dejar en casa la tarea, la gran diferencia es que a este personaje no "le toca" limpiar el reguero, porque alguien limpia y ordena por él, o afrontar una mala nota o un regaño en el colegio, porque "alguien" va y le lleva la tarea o "intercede" por él ante el profesor. De este modo se genera un caldo de cultivo para criar una persona sin límites, que aprende a evadir los retos o dificultades de la vida, sabiendo que aunque tome #decisiones equivocadas, siempre habrá quien lo salve, sin afrontar las consecuencias de sus #acciones.
Esta persona nunca se hace responsable de sus actos y las consecuencias, resulta siendo la típica #víctima, a la cual le hacen o le pasan "cosas malas". Pueden haber niveles de victimización, algunos deciden quedarse a en ese rol por miedo de hacer las cosas de manera diferente, como que es mejor el "sufrimiento conocido", pero este caso muestra a qué nivel de indolencia se puede llegar.
Es importante saber que a veces sucede con los padres, los tíos, abuelos o #hermanos, que caemos sin darnos cuenta en ese rol de salvadores queriendo que a las nuevas generaciones pues "no les toque tan duro" como a nosotros. Relacionado con esto recuerdo que cuando era profe, escuché un discurso interesante de uno de los padres de familia que decía "A los hijos hay que criarlos con hambre y con frío"; en su momento, lo sentí como un poco dramático y exagerado, ya luego, con algunas vivencias del tema, escuchando y viendo de cerca #consecuencias negativas, de familias que le dan "todo y más" a sus hijos, entendí el sentido de esa idea.
Pero no es solo en el entorno familiar que se vive ese dar y #servir de más. Sucede muchas veces en ambientes laborales por ejemplo, que algunos somos demasiado efusivos y andamos por ahí abrazando a todos en la oficina (esta pandemia quizá nos frenó un poco), pero resulta que esa "proxemia" no es tan chévere para todos. Alguien podría pensar, pues qué bobada, un #abrazo! En nuestra cultura es común esa "invasión" del espacio personal, pero más que dar un abrazo, en ocasiones ese acto refleja el control que queremos ejercer en otros. Sucede que con el control viene el deseo de intervenir en todo, lo que se vuelve molesto. Creo que es común encontrar personas que opinan sobre todo y dan concejos "a diestra y siniestra" sin que el otro lo pida y sin que sea el momento o el lugar indicado.
Es bueno ser conscientes de los actos, e incluso de las palabras que salen de nosotros, lo que damos con ellas y principalmente, cómo llegan a otros, podernos cuestionar: ¿Serán realmente bien recibidas estas palabras?
Una situación que muestra la importancia de dar con responsabilidad, es la solidaridad que ejercemos en la calle. El tema de la mendicidad y de cómo #ayudar a una persona en esta condición, es algo que siempre me ha cuestionado. Una opción que me parece genial es vincularse con una organización que realmente los apoye para salir de allí, o con una entidad sin ánimo de lucro o fundación que trabaje en una #causasocial noble. Esta me parece una buena opción, sabiendo que además de dinero se puede compartir #tiempo, capacidades, compañía, conocimiento y #buenaenergía, con personas necesitadas.
Recuerdo que en un tiempo hice parte del voluntariado del Parque Explora, una experiencia genial, desde la educación, en un ambiente de creación, asesorando proyectos científicos de los chicos de Colegios de Antioquia. Así como este, existen proyectos y causas interesantes de voluntariado o de solidaridad responsable, promovidas por empresas e instituciones públicas y privadas a las que podemos apoyar.
Adicionalmente al tema de dar, servir y ser proactivos, viene la idea de saber #recibir, en concordancia con la #energíafemenina, presente en todos. Seguramente en algún momento de la vida hemos escuchado o compartido con personas que se sienten mal por recibir, hasta un halago les cuesta aceptar.
Es común por ejemplo, con algunas mujeres que ante las palabras: "¡cómo está de bonita! "responden contando lo negativo de la pinta, "no... ¡esta ropa es vieja!", "no... ¡como estoy de despeinada!". Suena chistoso pero es cierto. Creo que obedece a una "modestia" inculcada desde pequeños, que en ocasiones impide #fluir con el disfrute, con sentir placer, incluso con "dejar de hacer", de ahí la necesidad de intervenir y "ayudar" en todo momento. El reto entonces es poder fluir con lo que llega, estar atentos y receptivos, saber practicar la quietud, conectar con el #silencio, cultivar el interior, #respirar, aprender a mirar adentro, deleitarnos con nuestra presencia sin depender de otros para sentirnos bien, poder tomarnos el tiempo, conscientes de los actos y las palabras, además de pensamientos y emociones, presentes en cada momento, para llegar a Ser Inspiración
Algunas reflexiones chéveres del tema del dar y servir conectados con un sentido, un #propósito y de manera consentida con quien recibe, son:
Primero, aprender a observar, "leer" y escuchar aquellas personas que pueden beneficiarse, estar abiertos y saber qué tanto bien generamos con ese dar. Puede ser que esa semilla que sembramos caiga en terreno fértil y sea bien recibida, que llegue para suplir una #necesidad realmente sentida, que genere bienestar y felicidad en quien o quienes reciben con los brazos abiertos, porque hay #conexión con la dádiva o el servicio recibido y con quien comparte su tiempo, su energía o sus recursos con otros, incluso poder #inspirar, evitando intervenir directamente.
Segundo, pasa con frecuencia que cuando damos y servimos se esconde detrás el ánimo de esperar algo a cambio, a veces queda en nosotros esa espinita de "este no da ni las gracias". Frente a esto un mensaje lindo que encontré en un texto sobre Jardinería Kármica, publicado por Atman yoga dice:
La intención. Lo más importante es entender que lo que realmente determina la calidad del fruto que vamos a cosechar, o es la acción en sí, sino la intención que tenemos. La motivación más elevada es hacer todo para conectarnos con nuestra alma, Dios, la fuente, esa energía sutil. Pero aunque esta es la intención que deberíamos cultivar, empezar a hacer buenas acciones por negocio (osea con la intención de que nos vaya bien haciendo algo bueno por el mundo), es un muy buen comienzo, enfocarse en hacer buenas acciones y después pulir las intenciones.
Finalmente, ser conscientes que al dar y servir, existe el riesgo de actuar de forma controladora, o caer en el rol de salvadores, queriendo ayudar más de lo que debemos y creando #dependencia, lo cual nos hace mal a nosotros y a quien recibe.
Guardar el equilibrio es importante siempre, en este caso, cultivar la paz, la armonía y la tranquilidad, implica pensar en el #servicio como algo que se da sin apego al resultado, sin expectativas, simplemente por el hecho de disfrutarlo, acompañando la acción correcta, con una buena #intención para mi y para quien recibe.
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