Mamá tuvo la culpa
- Sandra Velásquez
- 2 jun
- 19 Min. de lectura
Actualizado: hace 7 días
"Abro mis manos para recibir, tomo mi destino tal como fue, ya no soy un niño pero te encontré, te hago un buen lugar en mi corazón". Claudia Torres -Extracto de Voy hacia tí-

Soy la hija de una valiente
Soy la hija de una mujer adulta, que se sorprendió ante la noticia de un nuevo embarazo, cuando ya no estaba en sus planes ser #mamá.
A pesar de esas circunstancias, del miedo y la sorpresa, ella decidió hacer todo lo que estaba en sus manos para que viviéramos las dos. Y no era fácil, pues hubo una sentencia en su parto anterior, luego de sufrir el fallecimiento de su hijo recién nacido: que si volvía a estar en embarazo, existía la posibilidad de morir ella y el bebé.
Sin embargo, a punta de oración, de fe, de cuidarse mucho, de estar atenta para que el bebé naciera 'antes de tiempo' y de exigir, esta vez, atención médica a pesar de haber tenido los anteriores partos en casa, se dio el milagro: nació esta hermosura☺️ una bebé sietemesina pero sana.
Es la historia de una mujer realmente valiente. Así como lo son muchas de las mujeres que asumen con #valentía la tarea de traer uno o más hijos al mundo.
Ser madre actualmente y cada vez más, es una elección para muchas mujeres, que tenemos el privilegio de tomar esa importante decisión.
Sin embargo, no era así en generaciones anteriores en nuestra cultura, principalmente con orígenes campesinos, como una gran parte de la población colombiana, nacida a principios del siglo XX. Sencillamente era lo que tenían que hacer ellas. No tenían más opción que casarse y / o tener hijos, era su misión en la vida. Era una especie de 'obligación' cultural impuesta desde la familia.
Es con los años, cuando he empezado a ser consciente de todas las implicaciones que trae el hecho de ser mamá. Creo que suele pasarnos a muchas hijas, solo hasta que nos alejamos del hogar materno, cuando empezamos una vida de pareja, somos también #madres o emprendemos un viaje que nos aleja del hogar, de la familia, es el momento en que empezamos a valorar esa familia y en especial ese #roldemadre.
Es posible que en fechas como el día de la madre se proponga pensar en ella y ellas con un 'amor idealizado'. Sin embargo, he aprendido que sanar la madre es un proceso mucho más profundo, requiere ir a encontrar su sombra (y nuestra), mirar de frente las heridas adentro nuestro, muchas de las cuales percibimos que son 'su culpa'.
Yo he empezado ese camino. Prácticas de meditación, introspección y terapias, en especial usando la técnica de Recapitulación, me han llevado a verla con otros ojos.
Un gran aprendizaje importante de este tema, es que no basta con entender desde la mente, se hace necesario sentir con todo el cuerpo, nuevamente el abandono, rechazo, humillación, injusticia o traición que podamos estar guardando, antes de RE-SIGNIFICAR ESAS VIVENCIAS del pasado, para mirarlas con otros ojos y tener una nueva perspectiva de esos hechos, esas personas y de nosotros mismos.
Un primer paso para empezar este interesante proceso, es conocer la historia de mamá, indagar sobre su madre, es decir nuestra abuela y sobre sus orígenes. Sus historias hablan de patrones repetitivos en nuestro #sistemafamiliar.
Ahora, porqué es importante sanar la madre?
Ellas se convierten en un referente, tanto su forma de hacer presencia como su ausencia. Y no es algo evidente, pues muchos de los recuerdos de infancia hacen parte de la memoria inconsciente o subconsciente, esa que ocupa más del 90% del total. La imagen que tengamos de ella, está instalada adentro. Es el molde, el patrón de comportamiento, así amamos a otros, pues así nos vemos a nosotros, de forma: exigente, controladora, perfeccionista, lastimera, compasiva, admirable o empoderada.
Un gran resultado de la aventura de adentrarnos en nuestra historia materna y ancestral, es que logramos comprender que ellas son ante todo #mujeres. Personas vulnerables, sensibles, sensatas o locas, con defectos, cambiantes como todos.
Entonces vale la pena cualquiera sea su estado o la cercanía con ella, cuestionarnos:
¿Ha habido un proceso de #consciencia sobre nuestra imagen infantil de mamá?
¿Fue esta imagen rechazada por nosotros en algún momento?
¿En qué grado asentimos hoy a nuestra madre?
Mi relación con ella
"Regresó con su madre y se tumbó junto a ella. Se miraron sin decirse nada y estuvieron así un buen rato, con tantos sentimientos atorados en la garganta y tanta INCAPACIDAD DE EXPRESARLOS.
Debería poder hablar con su madre de esas cosas: de la muerte, del padre, de las razones de su ausencia, de los motivos de Tobías para no haber partido junto a él, pero justo en ese momento, mirándola a los ojos, cayó en la cuenta de que ellas nunca hablaban de nada trascendente.
NO CONOCÍA A SU MADRE y su madre no la conocía a ella. Se tenían cariño por la fuerza de la compañía, se acompañaban, se cuidaban, pero no se conocían en absoluto.
A VECES LA GENTE MÁS CERCANA ES JUSTO LA QUE MENOS CONOCEMOS".
Sara Jaramillo Klinkert-DONDE CANTAN LAS BALLENAS-
Leyendo esta historia fascinante, caí en la cuenta de este tema tan común:
"Ellas nunca hablaban de nada #trascendente. NO CONOCÍA A SU MADRE y su madre no la conocía a ella".
Ese fue mi caso por muchos años: no conocía a mi madre. Solo la sentía como una acompañante y cuidadora, como la mujer proveedora de comida, de cuidados y soluciones para mis necesidades en el día a día.
Y lo que observo de esta dinámica y me parece triste, es que en muchos casos, son ellas quienes ponen barreras para RECIBIR, para transformar ese distanciamiento.
Siento que en generaciones anteriores -nuestras #abuelas o mamás más adultas de 60 años o más-, ellas se acostumbraron a ser dadoras, PROVEEDORAS muy conectadas con la energía masculina, programadas para HACER TODO EL TIEMPO, a veces incluso se muestran mandonas, controladoras, con comportamientos y un lenguaje machista como menciono en Energía femenina 50% de lo que somos.
Y es en ese sentido que algunas madres alejan a su pareja, hijos y a otros, cuando niegan aspectos de su energía femenina: RECIBIR en primer lugar.
Se niegan a recibir cuidados, amor, cariño, ya sea en forma de palabras, los halagos por ejemplo, o de #caricias o de regalos. Por otro lado, algunas se empeñan en HACER Y SERVIR, sin darse ellas mismas el derecho a descansar, al OCIO, a sentarse simplemente a observar un paisaje, se sienten OBLIGADAS A SER PRODUCTIVAS y es SOLO DE ESE MODO en el que se sienten vistas y valoradas.
La crianza deja en nosotros huellas muy profundas.
Desafortunadamente, muchas veces ignoramos las circunstancias en las que mamá creció. Frecuentemente desconocemos mucho de su #infancia: sus hábitos, sus vínculos familiares, sus sueños, sus dolores, sus heridas.
Así mismo, suele suceder que muchos hijos reclamamos caricias, abrazos o #ternura. Sin embargo, el tema del contacto físico, muchas veces a ellas les cuesta.
Yo no puedo dar de aquello que no tengo, lo que no he recibido. Entonces por la crianza que recibieron, con frecuencia no hay en ellas de donde darnos abrazos, ternura y suavidad.
El asunto es que cuando soltamos las expectativas, cuando nos acercamos desde la escucha, el acompañamiento empático, la #conversación, la invitación amable y desprevenida, podemos empezar a cambiar esa postura de ellas, a veces distante u ocupada en muchos deberes.

Yo he sentido el cambio en mi madre. Ha sido un proceso lento, como ya lo he mencionado, he visto los condicionamientos en ella, pues hay gran resistencia a dejar de hacer. Es como un afán permanente, una relación extraña con el tiempo, una necesidad de ganar la carrera.
De hecho ha estado presente en ella la afectación de la tiroides, un síntoma bastante común en la actualidad y que a nivel de bio-descodificación, tiene todo que ver con una relación conflictiva con el tiempo.
Y el asunto es que lo he sufrido también. Existe en mí una alta conexión con ella, con su mundo interno. Por esto agradezco a la vida enormemente ver su cambio de actitud, porque lo siento como un reflejo de una transformación mía, que ha tomado tiempo, trabajo interior y disciplina.
Consciencia sobre nuestros condicionamientos
"Ellas nunca hablaban de nada trascendente.
NO CONOCÍA A SU MADRE y su madre no la conocía a ella".
En resonancia con esta historia, me llegó a la mente una conversación en el podcast Abiertamente de @yogalalma en el que la invitada decía que al ser diseñadora, era una AMANTE DE LA ESTÉTICA, perseguía la BELLEZA y la ARMONÍA. Y mencionaba que esto la había llevado a rechazar de forma inconsciente, comportamientos de su hija que percibía como "poco armoniosos", incorrectos y 'feos'.
Esta historia habla de la importancia de comenzar ciertos PROCESOS DE CONSCIENCIA, de un autoconocimiento o de cultivo interior, que pueden dar frutos de forma evidente cuando somos padres.
Es impresionante cómo los CONDICIONAMIENTOS nos llevan a 'reaccionar' de forma automática. En muchas ocasiones no actuamos de forma consciente cuando rechazamos o abandonamos: personas, proyectos, creaciones o planes.
Es algo nombrado como "ABORTOS ENERGÉTICOS" por una maestra que escucho y sucede como consecuencia de condicionamientos, de juicios sobre lo que es bueno o malo, lo que 'nos conviene' o no, influyen también el miedo y el PENSAMIENTO DE CARENCIA, de que no lo merecemos.
En el caso de esta mamá que compartió su historia, siento que se hizo evidente la 'programación' que tenemos con frecuencia, de buscar 'belleza' o 'armonía' en nuestro entorno, incluso de querer imponerlas, rechazando el conflicto, el caos, el desorden.
Es posible que muchas personas durante la infancia hayamos sufrido experiencias desagradables relacionadas con discusiones, agresiones, conflictos, que nos lleven más tarde, a rechazarlos automáticamente. Sólo en procesos de terapia, salen a la luz muchos de los 'velos' que nos llevan a ver algunos hechos de la realidad como una amenaza que debemos rechazar.
El asunto es que estás vivencias traumatizantes, impactantes, vividas en soledad y nunca nombradas, se guardan en nuestra memoria pero permanecen escondidas, para asomar sus 'brazos invisibles' al momento de actuar y tomar decisiones.
En la historia que escuché, afortunadamente esta madre se hizo consciente del rechazo hacia su hija, hacía sus actos 'poco decorosos' y pudo cambiar la perspectiva.
En la realidad, luego de hacernos conscientes es que llegan los retos. En este caso, esa consciencia de la mamá se convirtió en conversaciones incómodas para ella y la hija.
Y siento que ese ya es un gran paso: EXPRESAR, NOMBRAR LO INNOMBRABLE.
Para la hija, hablar sobre lo que estaba viviendo, por más difícil que fuese, se convirtió en la oportunidad de buscar ayudar y encontrar soluciones. Y lo mejor es que pudo hacerlo acompañada de su madre. Esto es crucial para un hijo o hija, sentir confianza en su entorno más cercano, poder contar con apoyo de alguien adulto, -una sabia mujer salvaje-. Contar con alguien que pueda mirarlo y a sus experiencias, por más incómodas o difíciles que sean, sin juzgarlo.
Arquetipo y condena de madre
En el imaginario colectivo o popular existe un 'arquetipo de madre' que que puede estar ligado a la energía femenina presente en todos los seres, una mujer dulce, amable, sabía, intuitiva y amorosa. Además poseedora de numerosas características de la energía masculina: fuerte, servicial, estructurada, dispuesta siempre a atender a otros y fuente de #soluciones para muchos de los problemas en la vida de sus hijos, esposo y otros (sobrinos, nietos, vecinos). Esto es más frecuente en la mente de un niño.
En mi infancia estuvo esa imagen, pues a pesar de sus #regaños y malos ratos yo la veía siempre igual, ella estaba siempre disponible para mí y mis hermanas cuando lo necesitamos.
Sin embargo, es una imagen infantil y parcial.
Quien podría tener y conservar todas esas cualidades todo el tiempo y por siempre?
Creo que ahí es donde empieza algo a no encajar, en la perpetuidad que damos a esas características de 'una mamá'.
Es decir, es un rol 'idealizado', de una mujer que decidió o sencillamente la vida le trajo, por sus condiciones biológicas, la suerte y a la vez la gran responsabilidad de engendrar, dar vida a un nuevo ser humano.
Ellas siguen sintiendo dolores, tristezas, rabias, sólo que en ocasiones ocultan todo esto. Posiblemente sienten que deben armarse de una gran coraza para parecer fuertes e invencibles, inicialmente ante sus #hijos.
Por otro lado, en nuestra cultura hemos normalizado y caricaturizado, una mamá enojada' que impone #castigos físicos como un golpe con una chancla o un pellizco. Son manifestaciones de rabia, #enojo, ofuscación, fáciles de admitir o asimilar, digamos que en cierta forma son aceptadas socialmente.
Creo que está bien ser conscientes que, como todos, ellas tienen derecho a pasar por momentos difíciles y EXPRESAR SU RABIA, miedo o angustia.
El asunto es que hay otras expresiones de ese 'lado oscuro' propio de todas las personas que son menos 'ruidosas', más sutiles, o silenciosas y que pueden doler, incluso dejar una huella importante en la vida de su familia, tales como una depresión profunda, un periodo de 'locura' (incluyendo en esta palabra una cantidad de diagnósticos como paranoia, esquizofrenia, etc.) o INCLUSO SU AUSENCIA para la familia.
Hace poco ví en una película, como una mujer, #esposa y madre de tres hijos tuvo que dejarlo todo, marcharse. Para ella, irse y DEJAR SU HOGAR no fue un arrebato, como a veces parece, se convirtió en un asunto de vida o #muerte debido a las heridas físicas, el temor, la angustia, desvalorización y el maltrato físico, pero además psicológico que recibía de su esposo, que cada vez era más fuerte y frecuente.
La escena: ella empacando, llena de miedo y culpa, algunas pertenencias en una pequeña maleta. Lo hacía de noche, rápido, a oscuras y a escondidas, para salir en medio de lágrimas, dejando atrás su mundo. Todo lo que conocía estaba allí, en esa casa, en ese pueblo, con esas personas. Fue realmente conmovedor.
Por primera vez me hice consciente de la dura realidad que desde tiempo atrás han afrontado muchas mujeres para quienes los roles de ESPOSA Y MADRE se convierten en una CONDENA. Es una especie de cárcel donde tienen que permanecer, en condiciones de soledad, tristeza e infelicidad por mucho tiempo.
Pueden pasar años hasta que llegue un cambio por decisión propia o porque la vida o la divina providencia actúen a su favor. Infortunadamente, muchas veces esta historia la escuchamos desde la versión del hijo o el esposo que resume los hechos en una frase: "ella nos abandonó".
Sin embargo, no sabemos toda la historia, el camino de #dolor que pudo haber vivido ella, el enorme esfuerzo que hizo por permanecer, por cumplir su rol cómo todos en su entorno esperan. Además, sabemos de historias de mujeres entregadas a su familia, a su pareja, acorraladas en situaciones difíciles a nivel económico y a otros niveles, que NO ENCUENTRAN APOYO O SALIDA, e incapaces de tomar la decisión de partir, terminan perdiendo su valor, su salud, su paz y finalmente su vida, en manos de un 'mal amor'.
Pero sin irnos a casos extremos de feminicidios, que se escuchan mucho por los medios de comunicación, e incluso antes de comprobar que puede haber #maltrato físico y psicológico, siento que el rol de madre implica para una mujer SER OBSERVADA para toda la vida.
Puede pasar también con los papás, pero en el caso de la mamá, esa observación es permanente, por parte de muchas personas, no solo los hijos, y eso ya empieza a pesar un montón.
Sobre todo siento que ese ser observada viene con numerosos juicios o juzgamientos.
Sólo cuando empezamos un CAMINO DE CONSCIENCIA, espiritual o de desarrollo personal en el que nos cuestionamos a nosotros mismos es que podemos empezar, solo EMPEZAR a observarlas a ellas con neutralidad. Cuestionamos también lo que juzgamos cómo bueno o malo, sabiendo que en toda persona hay #dualidad: luces y sombras, brillo y oscuridad; y que ambos aspectos son necesarios.
Maternarnos y cambiar la historia
Si sientes que viste en tu infancia una madre 'abnegada', ocupada todo el tiempo, queriendo ser productiva al 100%, priorizando las necesidades de otros antes que las suyas, queriendo complacer a otros afanadamente, lamento decirte que probablemente muchos de esos comportamientos están también en tí.
Esa fue mi experiencia y la de muchas personas a mi alrededor. El tema de la negación al ocio y el empeño en ser productivos es algo que me ha interesado bastante. Hice una reflexión en Productividad y autoexigencia y me atrevo a aseverar que en gran medida viene de lo aprendido en casa. No es solo la genética, está estudiado desde la #epigenética, heredamos más que la biología, heredamos comportamientos que muchas veces están arraigados e inconscientes.
Qué hacer entonces cuando nos hacemos conscientes de ciertos patrones heredados?
Lo primero es pillarnos cuando caemos en el pensamiento infantil de que "mi mamá tuvo la culpa". Comprender con el corazón que tanto ella como todo nuestro linaje femenino hicieron lo mejor que pudieron con la información que tenían.
En sintonía con esto, por el día de la madre escuché una charla bien interesante que hablaba de auto-maternarnos y me hizo mucho sentido esta propuesta.
Teniendo presente el sentimiento común, de estar 'condenadas' en diversos momentos de sus vidas a ser observadas, juzgadas y responsables de otras vidas, siento que se hace necesario y vale la pena transformar ese pensamiento, esa sensación incómoda, en el presente.
Auto-maternarnos, es darnos eso que hubiéramos deseado recibir de la madre. Aplica principalmente para brindarnos apoyo, compasión, ternura, compañía, estar para nosotros. Y esta es una tarea compleja en el sentido en que podemos verlo como un acto egoísta.
Creo que todos conocemos, si no es nuestro caso, personas a quienes les cuesta un poco recibir y conectar con el #placer sin culpas.
Muchas veces nos cuesta incluso ser miradas, o admiradas. Hay un deseo de querer pasar desapercibidas. Nos cuesta ver nuestro propio brillo, valorar nuestras capacidades, talentos y así también ver el brillo de otros.
Un acto que escuché de una gran maestra y hoy quiero compartir como un paso sencillo para empezar: es mirarnos al espejo y permanecer, poder 'mirarnos con compasión', sanar la #autoimagen es un primer gran paso.
Y continuando con esta tarea, creo que va de la mano el autoconocimiento. Con ese propósito, cabe preguntar-te:
¿Qué te gusta?
En cuestión de comida, de actividades a las que quieres dedicar tiempo por ejemplo.
Y yendo más profundo, en términos de relaciones, de vínculos con otros, en cuestión de intimidad y erotismo... (Sin que eso implique un acto sexual necesariamente)
¿Qué te genera placer?
¿Qué conversaciones disfrutas?
¿Qué de lo que escuchas a diario, qué voces, qué tipo de música?
¿Qué de lo que ves, qué paisajes e imágenes te deleitan?
¿Qué texturas te agradan?
¿Disfrutas ser tocado por otros? recibir un masaje por ejemplo?
¿Qué aromas te gustan?
¿Cada cuanto las sientes?
¿Eres consciente de tus hábitos?
¿Cuáles de ellos aportan a tu salud y bienestar?
¿Qué te duele?
¿Qué te molesta o te preocupa en este momento?
¿Dónde sientes esa molestia?
¿En qué parte del cuerpo?
Hazte algunas de estas preguntas al menos una vez al día. Piensa en la rutina de este día...
Crees que puedes regalarte un momento de verdad contigo mismo(a)?
Programa esa #pausa, y hazte algunas de estas preguntas.
Con seguridad van a empezar a llegar respuestas, en forma de pensamientos, sensaciones, sueños, ideas, personas. Se empiezan a abrir posibilidades cuando nos conectamos con la fuente, Dios, el universo, la energía creadora.
Hijos de múltiples madres

El año pasado estuve leyendo 'Mujeres que corren con lobos' en comunidad, en una experiencia genial de compartir reflexiones y aprendizajes al rededor del libro, precisamente en un grupo de mujeres maravilloso invitadas por Almatelier @almatelier.
Sobre el tema de la relación con la madre, una parte especial del texto, que captó mi atención dice así:
El remedio consiste en mimar amorosamente a la joven madre que una lleva dentro, lo cual se consigue por medio de mujeres del mundo exterior más sabias y maduras, preferentemente templadas como el acero y robustecidas por el fuego tras haber pasado por lo que han tenido que pasar. Cualquiera que sea el precio que se tenga que pagar incluso hoy en día, sus ojos ven, sus oídos oyen, sus lenguas hablan. Y son amables.
Aunque hayas tenido la madre más maravillosa del mundo es posible que, al final, llegues a tener más de una.
Tal como tantas veces les he dicho a mis hijas: «Sois hijas de una madre, pero, con un poco de suerte, tendréis más de una. Y, entre ellas, encontraréis casi todo lo que necesitáis». Sus relaciones con todas las madres serán probablemente de carácter progresivo, pues la necesidad de guía y de consejo nunca termina ni conviene que termine desde el punto de vista de la profunda vida creativa de las mujeres.
Las relaciones entre las mujeres, tanto si son entre mujeres que comparten la misma sangre como si son entre compañeras psíquicas, entre analista y paciente, profesora y alumna o almas gemelas, son relaciones de parentesco de la máxima importancia.
Aunque algunos de los que escriben sobre psicología en la actualidad afirmen que el abandono de la matriz materna es una hazaña que, si no se cumple, contamina para siempre a la mujer y aunque otros digan que el desprecio hacia la propia madre es algo beneficioso para la salud mental del individuo, en realidad la imagen y el concepto de la madre salvaje no se puede ni se debe abandonar jamás, pues la mujer que lo hace abandona su naturaleza profunda, la que contiene toda la sabiduría, todas las bolsas y las semillas, todas las agujas para remendar, todas las medicinas para trabajar y descansar, amar y esperar.
Más que deshacernos de la madre, nuestra intención tiene que ser la de buscar a una madre sabia y salvaje. No estamos y no podemos estar separadas de ella. Nuestra relación con esta madre espiritual tiene que girar incesantemente, tiene que cambiar incesantemente y es una paradoja.
Esta madre es la escuela en la que hemos nacido, una escuela en la que somos simultáneamente alumnas y profesoras durante toda la vida. Tanto si tenemos hijos como si no, tanto si cultivamos el jardín como si cultivamos la ciencia o el vibrante mundo de la poesía, siempre tropezaremos con la madre salvaje en nuestro camino hacia otro lugar. Y así tiene que ser.
Es genial esta idea: son múltiples madres o mujeres salvajes que influyen en nuestra vida.
Creo que todos hemos tenido una abuela, tía, vecina o maestra que alimenta nuestra naturaleza profunda, esa que contiene la sabiduría: todas las bolsas y las semillas, todas las agujas para remendar, todas las medicinas para trabajar y descansar, amar y esperar.
En mi caso, recordé con especial cariño a mi tía Rosa.
Siempre sentí gran admiración por ella, era como un sol que iluminaba la familia, al rededor de ella giraban en especial sus hermanos, casi todos hombres, además sus sobrinos y cuñadas. Era un mujer amable, risueña y encantadora.
Guardo un recuerdo especial de ella, pues me regaló unos patines como "traído del niño Jesús", uno de los regalos más amados y disfrutados durante mi infancia.

Y además de ella, siento que he sido afortunada en encontrar múltiples #mujeressalvajes en mi camino. Mujeres de gran sabiduría que aunque ya muchas no estén cerca, ocupan un lugar especial en mi corazón. Algunas parecidas a mí, otras bien diferentes, sin embargo me han enseñado y aportado un montón. Me han acompañado en distintos momentos de la vida y con muchas de ellas hemos tejido vínculos fuertes. Además de amigas del alma, en mi familia he tenido grandes aliadas, hermanas, primas, sobrinas...
Y ha sido bien especial poder conservar esos vínculos a pesar de que hay una gran distancia física entre nosotras. Afortunadamente las tecnologías de la información y la comunicación han avanzado y benditos sean estos aparatos que me permiten verlas, conversar con ellas, para acompañarnos y seguir caminando juntas.
Cumplir expectativas ajenas
NO VINISTE A ESTE MUNDO A CUMPLIR EXPECTATIVAS DE OTROS. Ese ha sido un gran aprendizaje en mi camino de consciencia.
Así mismo, las mamás no tienen porque cumplir con expectativas impuestas por sus parejas, sus hijos, su entorno.
Hace poco escuché una mujer bien cercana a mí que decía a su madre (también la mía): "¡Pero no llore tanto, contrólese!"
Sentí que en ese momento cayó un peso gigante sobre esta mamá que ahora, libre de una madre y un marido verdugos, quienes quisieron tener control sobre ella y sus decisiones en el pasado, se ve limitada por su hija a no poder llorar libremente.
¡Ella no es libre para expresar su tristeza!
Esa vivencia me trajo una pregunta:
¿De dónde viene ese deseo frecuente que tenemos de controlar? De amoldar los actos, personas y circunstancias a lo que nos gusta, a lo que es bueno para cada uno de nosotros...
Entonces ví claramente que una de las razones por las que muchas madres pierden su libertad, es que cambian de verdugos, pero siempre hay quienes quieren controlar su vida. Inicialmente pudo ser su padre o madre, luego su pareja, finalmente son sus hijos(as). Es una triste realidad.
Una posibilidad para lograr cambios en ese aspecto es que hablemos más del dolor, la rabia, la tristeza y el enojo. Poner sobre la mesa estos temas, sacarlos a la luz. De esta forma sería más fácil para todos expresarlas sanamente.
Poder decir: "tengo rabia y quiero alejarme un momento (o dolor, o tristeza)", sin tener que agregarle culpa, a este momento difícil.
Culpa por estar mal, por no estar dispuestos siempre para acompañar a otros, por no cumplir las #expectativas del la 'madre ideal'.
Empieza tú, toma la decisión, el camino de aceptarla, asentir a ella como quiera que sea. Como sabiamente escuché de unos maestros, la propuesta es JUBILAR LA MADRE. Me pareció extraña inicialmente, pero realmente es que muchas veces son más fáciles y fluyen mejor los vínculos con otros, que con la familia.
Como mencioné anteriormente, podemos tener muchas madres. Suele suceder que con esas madres 'elegidas' establecemos vínculos desde la admiración, amistad, compasión y menos desde la exigencia.
Así también podemos liberar la madre biológica del peso de cumplir ese #arquetipo y elegir verla ante todo como una mujer, simplemente una personas importante, -nos dio EL REGALO DE LA VIDA- sin embargo, no tendríamos que cargarla con la obligación de complacernos. Como dice la letra de la canción al inicio del texto, la invitación es a llenarnos de humildad:
Abro mis manos para recibir, tomo mi destino tal como fue, ya no soy un niño pero te encontré, te hago un buen lugar en mi corazón, tómame como tu hijo, vos mi madre sos.
Acompañarla a ella y a otros

Por otro lado y en sintonía con el tema, escuché una propuesta interesante y bella de un maestro:
Sentirte enraizado(a), ver la madre que te sostiene, que sustenta, que contiene, que sana y recarga, en la tierra, la #pachamama.
No en un lugar específico. Puede que ese lugar se parezca al hogar y está bien, pero además poder expandir esa visión a cualquier lugar donde vamos.
Sentir la tierra, el mar, la naturaleza como nuestras aliadas. Hablarles y contarles nuestras penas o alegrías, sentirnos parte de ese paisaje, integrados, conectados, acogidos.
Finalmente la propuesta es honrar la conexión, ese 'hacer parte de' y acoger también a otros. Poder acompañar a otros generando vínculos sanos. Ejercer roles de hijos, padres, hermanos, amigos, tíos, compañeros, desde un amor compasivo, expandido. Ese sí que es un gran propósito.
Amar en libertad. Acompañar sin querer controlar o manipular, empezando por aceptar y asentir a esa madre, como quiera que sea, en su 'estado natural' sin pretender cambiarla o amoldarla a nuestro gusto.
Y el reto empieza desde el lenguaje que usamos con ella.
Encuentro que es común expresamos con reproches hacia ella, sus gustos, sus palabras o decisiones. Incluso queremos imponer prohibiciones: ¡no deberías salir! o ¡no deberías ponerte esa ropa! o porqué vas a llorar?
Igual con los hijos, hermanos, amigos. El reto es mirar con compasión sus decisiones, esas que podemos ver como 'disruptivas', extrañas, incómodas o feas.
Ahora, madurar implica saber de qué personas queremos su cercanía y en qué medida. Dado esto, es posible que elijamos tomar distancia de la madre.
Y en este caso, tener la claridad de la impermanencia, pues no todo en la vida es definitivo, como a veces lo vemos, se vale cambiar de decisión cuando así lo consideremos necesario.
Por otro lado, algo que he aprendido en el tema de los vínculos es saber aceptar las pérdidas y permitirte vivir el duelo correspondiente.
Cuando una persona cercana se aleja, muchas veces implica para nosotros hacer un duelo, es decir, dejar que duela. Así también perder la mamá es un momento doloroso, creo que para todos, en diferentes niveles.
Y esa pérdida puede ser temporal o definitiva en el caso de su muerte.
Yo aún no lo he vivido y siento que será una ruptura muy difícil en mi caso. Sin embargo, creo que sería un acto demasiado egoísta no dejarla partir en paz.
Creo que si algo bueno puedo compartir con ella en ese momento duro, que veo como difícil de transitar para todos, es mi paz, mi calma y gratitud.
Poder 'dejarla ir con amor' como alguna vez escuché, consciente de que han sido más de ochenta años de recibir sus cuidados, su apoyo y compañía incondicional. ¿Qué más podría pedirle?
Estando libres de reclamos, conscientes de su humanidad, de sus aciertos y desaciertos, es que podemos soltar los apegos, tener la #confianza y tranquilidad de saber que lo 'mejor' de ellas, esas características como la valentía, paciencia y todas las que podamos sentir necesarias, están dentro de nosotros. Podemos potenciarlas y afinarlas con nuestros procesos personales.
Esa es la invitación, ser conscientes de que cada conversación, cada almuerzo con ellas, cada llamada puede ser la última y que podemos compartirles nuestro tiempo, presencia y gratitud. Como escuché de una gran maestra, el mejor regalo que podemos hacer a nuestros padres es honrar y amar la vida -su regalo-.
Ellos un día nos la dieron, sea de forma planeada o sorpresiva, llegamos a sus vidas y tomaron la decisión de traernos a esta aventura terrenal. Ahora como adultos responsables, está en nosotros hacer de esta una experiencia valiosa, lo cual podemos ver como toda una aventura, llena de cambios, retos y aprendizajes permanentes.

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