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Espacios vacíos renovadores

Foto del escritor: Sandra VelásquezSandra Velásquez

Actualizado: 9 ene 2023


"Desde pequeños nos han enseñado a agarrar, cerrar nuestros puños pretendiendo abarcar lo que más podamos. Nos hemos acostumbrado a medir y ser medidos por lo que consideramos nuestro. Ese afán de posesión nos ha conducido a creernos dueños de un conjunto de ladrillos que llamamos casa, incluso de personas a las que les damos título de 'mías': mi madre, mi esposo”. (Esteban Augusto-Apuntes Peregrinos)


Por estos días muchos solemos hacer balance de lo vivido durante este año 2022.

Hace poco en una propuesta chévere: un curso de escritura llamado la pausa con @carolinachavate nos proponían bautizar este año. Considero que este año fue el de "Abrir mis alas".


Abrir mis #alas, para volar libre y tranquila hacia nuevos rumbos, un #propósito que tenía hace tiempo, sin embargo implicaba un reto para mí.

En el momento en que llegó la oportunidad, sentí dolor, tristeza, un miedo que fue paralizante por momentos, aunque cortos afortunadamente.


Como continúa @estebananda.ea: "Soy más amigo de proponer una revolución en la cual aprendamos a abrir las manos y nos reconozcamos por lo que somos".

Algo claro, que pude observar, mirar de frente, fue el miedo a "abrir las manos", a despojarme de cosas, objetos que se volvieron mi realidad día tras día, en un espacio llamado #hogar.

Decir adios a lugares, caminos y #paisajes que me alegraban, al abrirse ante mis ojos cada mañana, durante el paseo matutino con mi #amigopeludo por ejemplo.

Espacios como la oficina que albergaba el escritorio que me recibió cada mañana durante 9 años seguidos y posteriormente de forma paulatina, o esa gran terraza iluminada por el sol, que solía visitar al medio día para estar sola, contemplar el cielo, observar el centro de Medellín y su intenso movimiento.


Desprenderme de personas como los #amigos de desayunos charlados, gozados, de conversaciones empresariales y otras personales, reflexivas por momentos, mundanas, cómicas y llenas de carcajadas en otros.

También de #familias, la de sangre y otras de la vida, aceptar que puedo dejar de verlos religiosamente cada fin de semana. Esto incluye una #madre especialmente, la figura que representa para muchos el nido acogedor, comida caliente, comodidad, seguridad, fortaleza y amor incondicional.

Sentir cerca la nada es algo que puede doler. Es la representación más evidente de aceptar el #cambio, soltar, abrir espacio a lo nuevo, a la transformación.

El vacío, un elemento esencial del que he sido consciente de unos años para acá con la práctica del #yoga, en la respiración consciente por ejemplo: inhalar, retener, exhalar y finalmente contener, sostenerse "sin aire", extraño para algunos y retador en un principio. También con otras de sus prácticas propuestas, que se han vuelto tendencia como el #ayuno de alimentos, de la que se conocen ahora numerosos beneficios.


Tierra, agua, fuego y aire son elementos básicos que constituyen esos alimentos y todo lo manifestado. El mundo material que podemos "palpar" con los sentidos. En la antigua cultura de la India, de los Himalaya, consideran además ese quinto elemento: el #vacío. 

Alguna vez aprendiendo sobre #ayurveda, llegó una explicación que me gustó bastante: cuando se licúan alimentos para hacer un jugo, es importante no llenar totalmente el vaso para que pueda darse el proceso, igual sucede en nuestro estómago, para digerir los alimentos, es necesario ese #espacio en blanco, en caso contrario, se siente malestar por una "llenura excesiva", la saturación.

En esta era digital, sucede el exceso de información: la "infoxicación", otra saturación que genera igualmente estrés.


Sobre este propósito de #despedir, posibilitando el vacío, recuerdo una expresión común que escuchaba en mi infancia, al hacer jornadas de #aseo y organización intensa en casa y de personas cercanas: "sacar el diablo". Una jornada que implicaba limpiar, botar y deshacerse de lo que ya no se usa: ropa, libros cuadernos, utensilios, #alimentos, y demás chécheres que suelen recogerse con el tiempo en las casas.


Esa fue una tarea muy satisfactoria que emprendí este año, aunque confieso que conté con la ayuda de mi amiga Mónica, especialista en organización de espacios, una ayuda que recomiendo.

Quedé impresionada de la cantidad de objetos #guardados sin saber: antiguas cajas de celulares, documentos, libros, herramientas, tarros de cremas, frascos, medicamentos, en fin. Y eso contando con que me sentía minimalista.

Con seguridad, siempre habrán objetos viejos que ya no usamos, sin embargo se vuelven "parte del paisaje"


Este mismo fenómeno de limpieza, de #purificación, lo viví a nivel interno este y el año pasado. Sentí que solté molestias muy presentes a nivel físico: en el colon por ejemplo, por la necesidad de controlar, precisamente la resistencia a dejar fluir "deshechos" lo que ya no necesito.

Además a nivel emocional: tristeza, #miedo, ligados a memorias y en conexión con ancestros temerosos de andar nuevos caminos, un temor profundo a salir de las zonas conocidas.


Esta labor de limpieza, depuración a nivel material y #espiritual, la recomiendo ampliamente por estos días.

Para abrir espacio a lo nuevo, poder renovarnos con la seguridad y confianza de que no necesitamos #almacenar tanto: ropa, zapatos, cremas, empaques por un lado, además palabras, pensamientos y emociones "estancadas" que generan #dolencias, molestias, algunas que nos acompañan "desde siempre" y se vuelven también "paisaje".


La costumbre de guardar, de conservar "porque después puede servir" es común en los padres y yo la verdad es que la había tenido instalada también.

Son aprendizajes que se convierten en #creencias, se adquieren desde el ejemplo y solo pueden ser transformadas aceptando e integrando aunque lo reprochamos en ellos.


Hoy tengo mayor claridad sobre esa creencia común de medirnos por lo que poseemos, que a su vez se ha convertido para muchos en un indicador de "éxito".

Con esa consciencia, elijo valorar y practicar 'dejar espacios vacíos' en diferentes ámbitos:
En el lugar que habito, evitando acumular y que se vuelva paisaje.
En mi mundo interno, observando pensamientos dispersos o rumiantes.
Gestionando emociones y sensaciones en su momento, sin acumular.
En relaciones libres con vínculos sanos, evitando el control.
En la comunicación, dispuesta a escuchar más.
En mi tiempo, dejando espacios para el ocio creativo.
En mi práctica espiritual, priorizando la quietud y el #silencio
En mi alimentación, disfrutando lentamente cada bocado sin saturarme.

Mirando en retrospectiva encuentro esas despedidas, en diferentes niveles, reconfortantes, satisfactorias. Como suele suceder, con el #tiempo valoramos vivencias que en su momento parecen difíciles, retadoras.

Siento ahora más fortalecida mi capacidad de #movimiento y transformación. Una sensación de liviandad, andar menos pesada, fluyendo con personas y circunstancias del camino. Con la convicción de que llegarán nuevas ideas, paisajes, personas y propósitos, en #conexión con la energía sutil y creadora.

Algunas invitaciones chéveres desde mi experiencia en este #cierredeciclo son, primero preguntarnos:

Necesito todo lo que estoy almacenando en #casa?

De seguro en los cajones están escondidas cosas de las que no somos conscientes.

Y desde esa pregunta empezar la labor de #limpieza, deshacernos de lo que ya cumplió su función, incluso si está nuevo o en buen estado, alguien más lo puede aprovechar.

Una clave para tomar el impulso y hacerlo, es pedir ayuda externa, alguien neutro, que permita hacernos conscientes de apegos sin fundamento.

Lugares como closets, baños, cocina, escritorios, bibliotecas -este último es mi "talón de Aquiles"-, son los indicados.

Depurar con el propósito de generar un vacío para establecer vínculos conscientes con algunos bienes básicos. Con la confianza de que tenemos suficiente, seguros de nuestra #esencia simple y sencilla.

Segundo, cuestionarnos y pensar:

En verdad necesito lo que quiero #comprar ahora?

Evitar inversiones innecesarias por estas fechas, pues no se trata de reemplazar lo que desechamos. Como dice sabiamente @estebananda.ea "en lugar de limpiar mucho, ensuciar menos".

Incluso los regalos que hacemos pueden ser más "conscientes". Hay aspectos que se convierten en #presentes más sentidos y apreciados que los que compramos: una carta, una conversación profunda, brindar compañía, ofrecer momentos de armonía y conexión, un viaje, #experiencias que abren la mente y el corazón a nuevos hábitos, nos renuevan.

Diferentes opciones aparecen si queremos compartir, de forma consciente aportando momentos de #bienestar y tranquilidad. Finalmente esos son estados deseados, los que todos podemos integrar, aprender a sostener en medio de los ritmos de vida actuales agitados y estresantes con frecuencia.


Finalmente, yendo más allá del vacío material, preguntarnos: 
Qué de lo que soy ahora quiero conservar al cierre de este ciclo?
Que aprendizajes quedan de lo vivido?
Qué quiero despedir en términos de palabras o emociones frecuentes que se convierten en molestias, comportamientos y patrones tóxicos?

Por más que hayan eventos para recordar con dolor, rabia o tristeza, siempre habrán lecciones aprendidas y se van a repetir, en la medida en que los veamos desde el rechazo o el miedo.


Desde allí, desde lo que sabemos que queremos despedir, conscientes de los aprendizajes, es que generamos espacios vacíos adentro, que permiten elegir y actuar diferente. Con el propósito de hacer a un lado el #drama que nos acompaña en ocasiones, en relaciones poco sanas con la familia, la pareja y otras personas, con el cuerpo, la abundancia y el trabajo.

Es luego de sentir el vacío, al liberarnos de cargas y equipajes internos que integramos nuevas creencias de lo que realmente somos, con la confianza y seguridad de empezar un nuevo ciclo más conscientes, conectados con nuestra verdadera esencia.

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